ARTICULO "VINO Y PINTURA"
Turismo enológico y pintura
Por María José Bro - Licenciada en BBAA.
María José Bro
"Mi Quijote" 2118
146 x 114 cm.
Óleo y acrílico sobre lienzo
Tengo la suerte de haber conocido ese mundo desde pequeña. Para mi, septiembre ha estado ligado al paisaje y a los olores característicos de la uva. Quiero describir el recuerdo que tengo de la vendimia cuando iba con mi padre por la carretera camino de nuestra viña y veía a las cuadrillas de vendimiadores en el horizonte agachados o de pie portando capachos hacia el remolque enganchado al tractor, una imagen que he visto en cuadros de pintores conocidos. Cuando llegabas a su lado, todo se veía diferente porque los olores del campo y pisar la tierra ayudaba a sentirte mas cerca de la vendimia. Recuerdo como el capatad saludaba a mi padre, le contaba cuanta uva estaba saliendo y el grado que es el que decía si la vendimia iba a ser buena o mala.
También las inclemecias del tiempo durante el invierno y la primavera como el mildiu, las heladas o algún pedrisco, formaban parte del resultado final del vino. En aquella época, hace más de treinta años, se vendimiaba por parejas de hombres y de mujeres que llevaban espuertas con los racimos que cortaban con el tranchete de podar. Esa uva luego se descargaba en capachos grandes que los hombres jóvenes y fuertes volcaban en el remolque preparado para la ocasión con unas lonas de plástico de color azul cyan.
Cuando el remolque empezaba a llenarse de uva, uno de esos chicos se subía para hacer el colmo y cuando ya no cabía ni un solo racimo más, el tractor con el remolque lleno de uva, partía hacia la bodega despacito para no perder ni un solo grano y para que las ruedas no sufrieran mas de la cuenta y no hubiera ningún pinchazo. Algunas veces me fui subida al tractor, íbamos despacito, con cuidado, porque era peligroso.
¡Que recuerdos!
Cuando entrabas en la bodega empezaba otro mundo. Lo primero que se hacía era ir a la báscula y pesar todo: remolque, uva y tractor; nosotros nos bajábamos e íbamos al despacho donde te decían el peso y el grado. Luego llevabas el remolque a la “tolva” que era lo que más me gustaba. El tractorista ayudado por los chicos que había en la bodega bajaba una de las compuertas del remolque, quitaban parte de la lona y un hidráulico empezaba a bascular elevándolo hacia el cielo. De repente toda la uva caía en la tolva y hacia un ruido que me encantaba. ¡Tantas horas de trabajo descargado en un minuto!....
Un sinfín hacía que la uva fuera poco a poco desapareciendo y convirtiéndose en el primer caldo que sería conducido a la estrujadora y por último a unas mangueras gordas de color rojo que iban a para a las tinajas. Entonces el tractor con el remolque volvía a la báscula para ser pesado y poder saber lo que en realidad pesaba la uva. “Tantos quilos, tanto grado, tanto dinero”. El tractorista se despedía y partía otra vez a la viña para volver a hacer lo mismo durante semanas. Hoy en día los tractores siguen entrando en las bodegas con los remolques llenos de uva como antiguamente.
Este verano he querido enseñarle a mis hijos este mundo mío de recuerdos y les he llevado a hacer turismo enológico para que comprendieran lo que yo había vivido de pequeña. Me quede impresionada cuando me encontré en pleno corazón de la Mancha con el Museo de Arte Contemporáneo Infanta Elena que tiene la cooperativa Virgen de las Viñas de Tomelloso dedicado a la pintura. Un amplio espacio moderno con salas preparadas perfectamente diseñadas para albergar cuadros de grandes dimensiones de pintores que se hacen hueco en un mundo tan competitivo y parecido al del vino. Este año va a ser el décimo cuarto certamen cultural con premios que motivan a los pintores a participar y seguir creando imágenes que deleitan, apasionan, entretienen, te hacen pensar, te cuentan cosas. Octubre será la fecha que indicará el fin de la vendimia y el principio de la inauguración de la exposición de arte, mucho Arte en Tomelloso.
María José Bro
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